Por María Laura García
Si amigos, molestarse y sentir rabia de vez en cuando quizás no sea tan nocivo, pero vivir enojados por diversas razones, ya sea por frustración, impotencia, mal manejo de nuestras emociones porque no podemos dejar lado nuestra necesidad de “control”, definitivamente, según muchos estudios que así lo demuestran, irá deteriorando indefectiblemente la salud de nuestro corazón, del cerebro e incluso de nuestros intestinos, entre otros órganos, porque el enojo pudiera repercutir, en general, en todo nuestro cuerpo.
La ira puede ser positiva si produce una reacción rápida ante un peligro, pero si es extrema y se siente por largo tiempo, como les escribí, afectará nuestra salud mental, para luego dañar la física al trastocar los diversos órganos que les mencioné.
Por ello, es fundamental liberar el enojo, claro está, si dicho drenar se hace por canales normales y expresando lo que nos pasa o molesta de la mejor manera. Muchas veces no sabemos manejar nuestra ira, lo que quiere decir que, o explotamos de forma exacerbada, o no la manifestamos oportunamente y terminamos pagándola con quien no debemos. Por consiguiente, tendemos a ser tóxicos con nuestro enojo, incluso algunos se vuelven, en seres pasivo agresivos, permanentemente. Muchas veces solemos no hablar de nuestra molestia con aquel que la causa y ello puede derivar en un maltrato al empleado de un negocio que no nos atendió como pretendíamos. En definitiva, la bronca puede afectar las relaciones sociales, pero también la salud.
Corazón, cerebro e intestinos principales víctimas de la ira recurrente.
¡Hay corazón!
Para evitar que la ira nos domine, enfrentándola de manera racional y así deshacernos de esta emoción de manera saludable, debemos entrar en contacto con esta emoción, no evadirla, para luego poder actuar en consecuencia de un modo balanceado y respetuoso. La bronca, como sentimiento, puede ser muy poderosa y positiva si la usamos para expresar lo que nos molesta, pero si no la podemos sentir para luego superarla, ten seguro, que puede agravar loa problemas de salud prexistentes y alejarnos de una reacción madura ante una situación o problema.
La rabia, permanentemente, puede aflorar en momentos de frustración, por tanto, debemos estar atentos para sentir y reaccionar de la mejor forma que nos sea posible.
Un estudio publicado en 2016 reveló que la forma en la que una persona discute o expresa su enojo, guardándose la rabia o vomitándola, predice futuras enfermedades y dolencias, desde problemas cardíacos hasta dolores de espalda. Se observó que, si una persona tiene ataques de ira y frustración durante una pelea matrimonial, la probabilidad de sufrir enfermedades relacionadas al corazón y la hipertensión aumenta. Mientras que, aquellos que no expresan sus emociones, encerrándose en sí mismos, pueden presentar en el futuro dolores de espalda y articulaciones.
Adicionalmente, la ira puede tener efectos en las arterias que suministran sangre al corazón, derivado de un efecto de la misma en el sistema eléctrico, específicamente en el que le indica al corazón cuándo debe latir, por lo cual, podría tener un efecto en el propio músculo cardíaco. Y esto pudiera ser más significativo y peligroso, desde el punto de vista cardiovascular, si la persona ya padece de hipertensión, ritmos cardíacos anormales o colesterol alto, pues lo hace más vulnerable a un posible evento cardíaco repentino.
Cuando una persona está llena de ira, aumenta la presión arterial, los vasos sanguíneos se contraen y el el sistema inmunológico libera las células inflamatorias. Todo esto, a su vez, pudiera conducir al desprendimiento de la placa dentro de la arteria coronaria; y si esa placa forma un coágulo, se puede tapar el suministro de sangre a una parte del corazón y así, ocurre el infarto.
¿Qué ocurre con el cerebro?
La ira puede fungir como un buen mecanismo de defensa provocando una reacción rápida de lucha o huida; pero en contraposición, es también es poco probable que en medio de un ataque de ira alguien pueda hacer buenos juicios o escuche adecuadamente y se alinee con ciertos valores que generalmente rigen su vida.
Por otra parte, expertos manifiestan que la ira y el estrés crónico también afectan la memoria, porque definitivamente no puedes prestar buena atención a las cosas.
Intestinos y la ira…
Muchos estudios actualmente están evaluando si la mayoría de los trastornos gastrointestinales son causados por la ansiedad, el estrés o la depresión porque el cerebro y el intestino están íntimamente conectados y, aunque parezca increíble, más del 90% de nuestra serotonina se produce en el intestino, y esta, es una sustancia química necesaria para que las células nerviosas y el cerebro funcionen.
Por otro lado, se ha llegado a la conclusión que el microbioma intestinal, ciertas bacterias, influye en los niveles de energía, fatiga y por consiguiente en nuestra personalidad. La sensación de energía está asociada con los procesos metabólicos, mientras que la sensación de fatiga está asociada con los procesos inflamatorios. No se sabe aún, el orden, si nuestra personalidad o carácter influye en la microbiota o la microbiota en la personalidad, pero lo que sí es cierto es que, hay una estrecha relación y que la ira puede desencadenar molestias gastrointestinales, mala absorción de alimentos y pérdida de apetito. Por ejemplo, ante una producción de adrenalina muy alta, el estómago y los intestinos tendrán hipermovilidad.
Finalmente …
Es difícil que la ira nos invada a diario, por una u otra razón, pero podemos mitigarla o eliminarla con la meditación, con ejercicios de respiración, actividad física y con un descanso nocturno reparador. Si todos creciéramos desarrollando estas estrategias seguramente no estaríamos tan estresados y enojados permanentemente.
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