Con el arribo de la Navidad, muchos venezolanos se han visto obligados a pasar estas fechas especiales lejos de sus familias debido a que se encuentran varados en el extranjero por la crisis aérea en Venezuela.
Luego de que el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, declarara el cierre del espacio aéreo venezolano hace más de tres semanas las aerolíneas internacionales han suspendido casi por completo sus servicios. Como resultado los venezolanos fuera del país han quedado con muy pocas opciones para regresar.
Aunque ciertamente aún existen rutas con escala, esto ha disparado los costos de los pasajes por lo que muchos no pueden permitírselo.
Una migrante venezolana identificada como Vanessa Rojas, de 37 años, contó que tenía previsto volar de Argentina a Venezuela tras ahorrar por dos años. No obstante, esta situación impidió su regreso. «Ese día lloré mucho».
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El gobierno de Maduro denunció el cierre del espacio aéreo declarado por Trump el 29 de noviembre como una «amenaza colonialista».
Fuentes no autorizadas para hablar públicamente dijeron a The New York Time que el número de pasajeros que ingresaban al Aeropuerto Internacional de Maiquetía se había reducido alrededor de 2.000 personas por semana, una fracción de su número habitual. Indicaron que algunos miles de pasajeros más estaban llegando a otros aeropuertos, incluyendo personas en vuelos chárter a la Isla de Margarita desde lugares como Rusia y Polonia.
Un reducido grupo de viajeros se han podido permitir el gasto de hacer escala en Colombia para regresar al país, como es el caso de María Acosta, de 28 años, quien voló desde Bogotá a la ciudad costera de Riohacha. Posteriormente, cruzó a Venezuela y luego compartió un taxi hasta su ciudad natal, Valencia.
«Uno viene a Venezuela y quiere saborear los sabores, respirar el aire y el sol, abrazar a sus seres queridos. Ahora solo pienso en cómo quiero volver a Bogotá en paz», dijo.
Un hotelero de la isla de Margarita también aseguró que esta situación ha afectado al turismo en la zona. “Perdimos todas nuestras reservas”, aseguró el hombre que no quiso dar su nombre a dicho medio por temor a represalias.
«Para quienes estamos en Venezuela, estos golpes ya son normales. Nos levantamos, nos sacudimos y seguimos adelante», aseguró.
Incluso Noemí Gómez, de 34 años, no solo vio arruinados sus planes navideños, sino también su boda. Y es que ella y su futuro esposo, quienes trabajan en marketing en Madrid, planeaban casarse en Venezuela el 20 de diciembre. Pero su vuelo de regreso, programado para el 11 de diciembre, fue cancelado.

