Las autoridades de EEUU ejecutaron el pasado miércoles a Iván Cantú, un latino que fue condenado a muerte por un crimen que hasta el final de sus días y por más de 22 años defendió que no cometió, caso que ha generado un intenso debate.
Por más de dos décadas, Cantú permaneció en el corredor de la muerte en Texas. A eso de las 6:47 pm del 28 de febrero, recibió la inyección letal en la penitenciaría estatal de Huntsville. «Soy inocente», insistió una y otra vez.
Dicho caso dio pasó a la controversia en torno a la justicia y pena de muerte en EEUU.
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A Cantú lo condenaron por el asesinato de su primo, James Mosqueda de 27 años, y de su novia, Amy Kitchen de 22 años. Sucedió en Dallas durante el año 2000.
En su declaración final previa a su ejecución, reiteró que no asesinó a Mosqueda y Kitchen. Al mismo tiempo, añadió que su muerte no traería paz a las familias de las víctimas.
En un mensaje dirigido a los familiares, reafirmó su inocencia. «Quiero que sepan que nunca maté a James y Amy. Quiero que todos sepan que no creo que esta situación aquí les traiga un cierre», subrayó.
«Si hubiera sabido quién lo hizo, habrían sido los primeros en saber cualquier información que hubiera tenido», agregó.
DENUNCIA DE IRREGULARIDADES EN EL PROCESO
Diversas organizaciones de derechos humanos denunciaron irregularidades en el proceso legal. Al mismo tiempo, exigieron que se anulara la condena del latino y se llevara a cabo una exhaustiva revisión de su caso.
Sylvia Cantú, madre del condenado, manifestó que «la evidencia fue manipulada». Ella es quien lideró una campaña pública en defensa de su hijo, reseñó BBC.
«Detengan la ejecución de mi hijo», suplicó después que la Corte de Apelaciones de Texas desestimara un último recurso legal. «Esto no está bien, ustedes saben que no está bien”, expresó la señora antes de su muerte.
Según las nuevas evidencias que la madre presentó, hubo declaraciones falsas de testigos en el juicio. Asimismo, señalaban que los abogados que designó el tribunal fueron ineficaces a la hora de defenderlo.
