Por María Laura García
Tratar de ser quien no eres permanentemente puede generarte tanta inseguridad, que llegará un punto que no querrás vivir fuera de una red social en la cual puedes usar cualquier programa para armar una realidad que NO ES REAL ¿Esto es sano? ¡Pregúntatelo!
Para mi no. Lamentablemente la “vida real”, en su mayor parte, ocurre más allá de las redes sociales, por lo cual no siempre puedes maquillar el destino y lo que te tocó. Lo puedes mejorar hasta cierto punto, pero ten en cuenta que ciertamente el gran aprendizaje como seres vivos es LA ACEPTACION y ser feliz con lo resulta de nuestra existencia, claro está, después de haberlo intentado todo para superarte a ti mismo y no a otros, porque si no te esfuerzas pues ¡No te quejes!
¿Cómo pienso al respecto? ¡Aquí les va! Puedes tratar de hacer todo de una manera sobresaliente, estudiar y prepararte, esforzarte por ser un muy buen ser humano creciendo espiritualmente todos los días; puedes andar siempre de punta en blanco, ejercitarte regularmente para mantener un peso saludable e incluso tomar atajos para estar más flaco, ayudarte con cirugías, maquillarte, pintarte el cabello, pero la realidad es tan pero tan cruda y poco amable en general, que suele ubicarte, en un dos por tres, en donde corresponde, porque lamentablemente NO EXISTE PROGRAMA ALGUNO QUE RETOQUE LA VIDA.
Incluso las drogas que son sustancias que usan muchos para filtrar sus estados de ánimo ayudan por un momento, pero luego te dejan peor, desde todo punto de vista, ya que son como la anestesia usada para ir a un quirófano, cuando pasa el efecto te dejan destruido por horas.
Unos nacimos redonditos por genética y aunque hagamos diversas cosas, no vamos a poder por completo con los cachetes ni con las caderas, ni con las piernas, entonces por qué buscar a cualquier precio ese algo que NO nos tocó. Ese ha sido mi caso y fui feliz cuando me acepté como nací redondita, aunque esté flaca, eso del cuerpo atlético no me corresponde ¿Qué si hice y hago? Tratar de tener un peso saludable, haciendo ejercicios, me maquillo y me arreglo siempre para lucir lo mejor posible, pero no me aferro en ir más allá porque me quiero como soy y los que me conocen lo saben.
Ahora ¿Todo sucede en las redes?
A todas las personas nos gusta usar filtros, o retocar algunas fotos, pero… ¿qué pasa si se aleja demasiado de nuestra realidad?
Las redes sociales o el mundo digital tienen muchos aspectos positivos, nos informan y nos conectan con otras personas, nos sirven de “distracción”, sin embargo, podrían acabar sustituyendo relaciones sociales personales y sumergiéndonos en una existencia que no es del todo real por lo cual nos pueden llenar también de insatisfacción e inseguridades cundo verdaderamente nos toca salir a la calle y “vivir de verdad”. De hecho, muchos usan las redes para ver cómo es la vida o cómo se muestran otras personas, razón por la que podemos dejarnos influenciar por algo que no siempre es vedad desde distintos puntos de vista. En los perfiles no nos mostramos como somos habitualmente, sino como nos gusta que nos vean. Se cuelgan fotos y vídeos con todo tipo de filtros, efectos y música y, frecuentemente se complementan dichas imágenes con citas de otras personas, ni siquiera con pensamientos propios.
Mi invitación es tener todo esto muy claro para no sumergirnos en la frustración. Puedes retocar una foto, pero no dejes de cultivar tu aspecto en la vida real y buscar la manera de amar lo que Dios te dio, para que tu salud emocional no se resienta.
Las redes sociales, generalmente, pueden ser “medios de comunicación” o “escaparates” donde se trabaja un personaje, no una persona. Como ya te escribí, cuando nos enfrentamos al mundo, no hay efectos que maquillen la situación. De vez en cuando, olvidémonos de los filtros y busquemos la luz natural.
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¿Qué tienen los filtros que se han vuelto tan indispensables?
Porque ponen en nuestras manos herramientas que nos permiten lucir “perfectos” en cualquier momento y en cualquier situación. Ahora bien, lo malo es lo que puede pasar en nuestra psiquis si no aprendemos a vivir y a sentirnos bien sin ellos, en los momentos que nos toca existir cotidianamente. No podemos ser esclavos de las redes sociales y su apariencia perfecta.
Puedes mejorar la luz, el sonido, quitarte el brillo de la cara, agregarte un poco de maquillaje si no lo usaste, pero ¿Ponerte más flaco? ¿Afinar tu cara? ¿Sacarte cintura? ¿Cambiar el color de tu rostro o ponerte nariz? ¿Esto tiene sentido si después igualmente la mayoría de los que te importan te verán fuera del teléfono?
Mi opinión es, no tiene nada de malo utilizarlos siempre y cuando su uso no acabe afectando negativamente la imagen que tienes sobre ti. Naturalmente todos tratamos de esconder directa o indirectamente los rasgos que no nos agradan de nosotros, el punto está es la exageración, como en todo; y llegar al punto que eso que no nos gusta nos impida interactuar con otros o vivir con tranquilidad.
Tienes que aprender a procesar ese montón de caras y cuerpos perfectos que salen en Instagram, incluso cuando estando constipados, por ejemplo, o en una clínica porque los he visto enfermos e igual rozagantes.
Muchas veces, cuando alguien no sabe relativizar el uso de los filtros, ya sea para sí mismo o en terceras personas, puede hacer que su percepción sobre su imagen empeore conllevando a una baja autoestima. Por tanto, lo primero que debes hacer es trabajar tu amor propio para que el mismo esté a prueba de bombas y filtros, así su uso o desuso, no te hará daño y aprenderás a vivir bien con o sin retoques.
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