La reciente instalación de una estatua desnuda de Donald Trump en el desierto de Nevada ha generado una gran controversia y captado la atención de medios y ciudadanos por igual, cuando falta ya casi un mes exacto para las elecciones presidenciales de EEUU.
La escultura, que mide 13 metros de altura y pesa casi 3.000 kilos, se encuentra ubicada cerca de la carretera interestatal 15, al norte de Las Vegas.
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La escultura, ya eliminada, era más que una simple figura estática. Pese a su gran peso, estaba diseñada para moverse como una marioneta, gracias a un ingenioso mecanismo interno.
Titulada «Crooked and Obscene» (Torcido y Obsceno), la estatua representa al expresidente estadounidense en una pose poco favorecedora, con los brazos sujetos a cuerdas, lo que ha sido interpretado como una crítica explícita a su figura y legado.
La reacción a la estatua ha sido polarizada. Mientras algunos la ven como una obra de arte provocativa que desafía la imagen pública de Trump, otros la consideran una ofensa deplorable.
Lo cierto, es que el Partido Republicano condenó enérgicamente la escultura. La calificaron de «deplorable» y argumentaron que es una falta de respeto hacia una figura pública que sigue teniendo un gran número de seguidores y relevancia en la vida política del país
Por otro lado, los críticos de Trump han aplaudido la obra, viéndola como una sátira necesaria en el contexto político actual.
Se sospecha que el activista Joshua ‘Ginger’ Monroe podría ser el creador de la obra. En especial, porque el mismo ya había elaborado estatuas representativas de Trump en posiciones comprometedoras.
