La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, por sus siglas en inglés) ha incrementado significativamente sus fondos destinados a Venezuela en la última década.
Según registros oficiales, citados por la Voz de América (VOA), la Usaid pasó de aportar ocho millones de dólares en 2014 a 211 millones de dólares en 2024. Esto significa que multiplicó sus recursos por 26 veces.
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Este aumento refleja un enfoque creciente en la ayuda humanitaria y promoción de la democracia en el país todavía con el chavismo en el poder.
La mayor parte de los fondos asignados en 2024, unos 132,3 millones de dólares, se destinaron a asistencia humanitaria.
Otros 33,1 millones de dólares se invirtieron en proyectos relacionados con la democracia, derechos humanos y gobernanza. Mientras que 14,55 millones de dólares se destinaron al sector salud.
Esta reorientación de recursos ha sido vista como una respuesta a la creciente crisis humanitaria y política en Venezuela.
Sin embargo, el aumento de los fondos de la Usaid también ha sido objeto de controversia.
De hecho, la administración del presidente de EEUU, Donald Trump, ha cuestionado la eficiencia y dirección de la agencia, llevando a una reestructuración reciente.
El secretario de Estado, Marco Rubio (quien ahora es director interino de la agencia), criticó a la Usaid por actuar como una «caridad global separada del interés nacional». Por tanto, pidió una mayor alineación con las directrices del Congreso y la presidencia.
A nivel internacional, la respuesta a este aumento de fondos ha sido mixta. Mientras algunos expertos en seguridad y migración han elogiado la medida como necesaria para abordar la crisis en Venezuela, otros han expresado preocupaciones sobre la eficacia y la transparencia en el uso de estos recursos.
La Usaid ha defendido sus acciones, destacando su compromiso con la protección de los derechos humanos y la promoción de la democracia.