El curioso caso de un pueblo de California, donde más del 70% de la «población» son muertos

Jhoan Melendez
Por Jhoan Melendez 5 Min de Lectura
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Colma es una ciudad de California donde la vida, curiosamente, es un bien escaso. Los turistas que visitan este pueblo se toparán en la entrada con un cartel que dice: «¡Es estupendo estar vivo en Colma!».

Situada a 15 kilómetros del bullicio de San Francisco, precisamente en el condado de San Mateo, Colma es una franja de 3 kilómetros cuadrados. Ese lugar cuenta con la particularidad de que es la única ciudad de EEUU donde los muertos superan a los vivos.

Este pequeño pueblo es el hogar de 1.400 personas; pero también de casi 2 millones de cadáveres. Esto significa que el grueso de la «población» reside bajo tierra, ocupando 17 cementerios y el 73% de la ciudad.

Colma comenzó como una comunidad agrícola y se fundó a mediados del siglo XIX. Fue hogar de quienes buscaban oro, misioneros españoles, hombres de frontera y colonos. Todos estos escucharon sobre el oro de California y se sintieron atraídos por el Oeste. No obstante, desistieron y se establecieron en un trabajo más rentable.

Muchos de estos inmigrantes terminaron en San Francisco, el cual tuvo un gran flujo de migrantes que llegaban desde toda América y Europa. Pero esa superpoblación tuvo sus efectos negativos al generar enfermedades, por lo que San Francisco no tardó en ser escenario de una pandemia.

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Un comentarista, especialmente inquieto, se opuso a verse obligado a «convivir» junto a tantos fallecidos, y lo hizo saber en un artículo que publicó en el San Francisco Newsletter and Advertiser en mayo de 1887.

«Medio millón de libras de putridez son encajonadas manualmente y cubiertas con unos pocos pies de tierra», escribió.

El hombre agregó lo siguiente: «el científico sabe que todos los males de esta descomposición no son sino disimulados por bóvedas de piedra y costosos cerramientos. Los gérmenes de la enfermedad crecen y se difunden a pesar de ellos. Suben a la superficie desde la tumba más profunda para envenenar la tierra y el aire».

En esta zona, la tierra era muy solicitada y la mayoría de ella se usaba para sepulcrar a los cadáveres, que cada vez eran más.

Patrick Riordan, un arzobispo católico de la ciudad, adquirió 283 acres para uso funerario, coincidentemente el mismo año que el hombre publicó el artículo.

Asimismo, se prohibió todo tipo de entierros dentro de los límites de San Francisco, en un esfuerzo por evitar que se transformara en un gran cementerio.

De esta forma convirtieron a Colma en el único sitio donde los sanfraciscanos podían ser sepultados.

LO QUE «COLMÓ» A COLMA

El pequeño pueblo amplió sus cementerios. Sin embargo, en 1912, más cadáveres llegaron luego de que la Junta de Supervisores de San Francisco así lo ordenara. Esto sucedió porque la junta ordenó que todos los cuerpos sin vida fueran desenterrados para enterrarlos fuera de la ciudad, es decir, en Colma.

Carros a caballo transportaron miles y miles de occisos desde San Francisco hasta colma, algo que mantuvo por 30 años. Clarín reseñó que el cementerio de la Santa Cruz que fundó Riordan, acogió más de 39 mil cadáveres.

Eran tantos los restos y tan viejos, que hubo cuerpos que no pudieron ser identificados, por lo que se les amontó en fosas comunes.

Entre las personalidades que están enterradas en Colma están Joe DiMaggio, estrella del béisbol estadounidense y esposo de Marilyn Monroe. También está Levis Strauss, fabricante de pantalones; y William Randolph Hearst, el riquísimo barón de la prensa de Estados Unidos.

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